sábado, 31 de marzo de 2012

Tinta a la Carta XVIII: Comida en cinco tiempos

~Aperitivo~
Tr3s
(Ted Dekker)
—¿Pecado? ¿De qué está usted hablando?
—Esa es la pregunta, ¿verdad? Yo sabía que lo ibas a olvidar, estúpido impertinente.
Otra pausa.
—¿Te gustan las adivinanzas? He aquí una para refrescarte la mente: ¿Qué se cae pero no se rompe? ¿Qué se rompe pero no se cae?
—¿Qué? ¿Qué es…?
—Tres minutos, Kevin. Empezando… ya. Comencemos los juegos.
La llamada se cortó.

~Entrada~
Tinísima
(Elena Poniatowska)
Desde que subieron al SS Colima y el capitán se fijó en ella, comenzó a favorecerlos de muchos modos. Fueron los primeros que invitó a su mesa; puso su lancha a su disposición en Mazatlán para que fueran a tierra. “Cada vez que el SS Colima ancle en algún puerto, no duden en pedírmela”. El último día en Manzanillo él mismo cargó los velices y los guió hacia un restaurante en que los mariachis cantaron para Tina canciones de amor. Weston no estaba preparado para este asalto. México era imprevisible. Los mexicanos eran insolentemente contemplativos. Le regalaban su tiempo al tiempo. “Este país es un volcán en erupción”, pensó Weston. El aire radiante, azul, era pólvora.

~Plato Fuerte~
El Señor de los Anillos. (I. La Comunidad del Anillo)
(J.R.R. Tolkien)
—No entiendo —dijo Frodo.
—Yo tampoco —respondió el mago —Sólo que anoche me puse a pensar en el anillo. No tienes por qué preocuparte, pero sigue mi consejo y úsalo poco o nada. Al menos te ruego que no lo uses en casos que puedan provocar comentarios o sospechas. Te repito: guárdalo en secreto y en un sitio seguro.
—¡Cuánto misterio! ¿Qué temes?
—No lo sé muy bien, y por lo tanto no diré más. Hablaré quizá cuando vuelva. Me voy inmediatamente; así que me despido por ahora.

~Entremés~
Yo, Judas
(Taylor Caldwell)
Había llegado el momento de que Jesús adoptara una posición. Los guerrilleros zelotes, sin que el pueblo lo supiera, estaban siendo cazados como ratas. En las afueras de Jericó se sofocó un asalto a la guarnición y en las escaramuzas prendieron a Gestás y Dimas, que rápidamente fueron condenados a la cruz. Pues Roma sabía librarse pronto de los revolucionarios, ya fuera un noble Bruto o un judío sirio maloliente. Me enteré también de que bar–Abbás había sido apresado en la misma redada, pero eso no me causó dolor alguno.
Me acercaba al momento de la confrontación con cierto temor. Los sumos sacerdotes habían encargado al retorcido Sadoc que fuera conmigo, y pedido al capitán de sus guardas, un tal Malco, que dirigiera el batallón armado. Fuerzas que me parecían abrumadoras para controlar a un solo hombre.

~Postre~
Harry Potter y la Piedra Filosofal
(J.K. Rowling)
—Pero ¿qué sucedió con Vol… perdón, quiero decir con Quién–usted–sabe?
—Buena pregunta, Harry. Desapareció. Se desvaneció. La misma noche que trató de matarte. Eso te hizo aún más famoso. Ése es el mayor misterio, sabes… Se estaba volviendo más y más poderoso… ¿Por qué se fue?
»Algunos dicen que murió. En mi opinión, son tonterías. No creo que le quede lo suficiente de humano como para morir. Otros dicen que todavía está por ahí, esperando el momento, pero no lo creo. La gente que estaba de su lado volvió con nosotros. Algunos salieron como de un trance. No creen que pudieran volver a hacerlo si él regresara.
»La mayor parte de nosotros cree que todavía está en alguna parte, pero que perdió sus poderes. Que está demasiado débil para seguir adelante. Porque algo relacionado contigo, Harry, acabó con él. Algo sucedió aquella noche que él no contaba con que sucedería, no sé qué fue, nadie lo sabe… Pero algo relacionado contigo lo confundió.

Con mis agradecimientos a Nea Poulain, por la idea para el ciclo de entradas "Tinta a la Carta".

No hay comentarios:

Publicar un comentario