miércoles, 26 de octubre de 2011

La OSECI presenta... ¿A dónde van los Muertos? (I)



Agua Imaginaria está tranquila. Sí, demasiado para albergar a un grupo de chicas que tienen ideas cada vez más locas. Pero vamos, eso no es tan malo, ¿cierto?

A no ser, claro, que se acerque una fecha en específico. Por fortuna, los habitantes de Agua Imaginaria no sufrirán las consecuencias… No demasiado, al menos.

~En la biblioteca…~

Suenan las doce de la noche en la residencia de la OSECI. Bell ha estado ordenando documentos, haciendo algunos balances, pensando en cómo cazar más incautos... En fin, nada fuera de lo ordinario. De pronto, algo la hace mirar el calendario.

Octubre. Es una buena época. Si quitabas los huracanes, y un incipiente frío, y que ninguna de sus chicas era constante con eso de barrer las hojas secas… Sí, octubre era un buen mes.

Terminó de ordenar.los documentos, acomodándolos en montones que revisaría con más calma por la mañana (o mejor dicho, en unas horas). Iba a salir de la biblioteca cuando una especie de alarma sonó en su cabeza. Algo así como un gong, pero menos fuerte.

¡Claro, esa era la solución! La idea comenzaba a formarse en su mente con lentitud, pero seguro que en un par de días la tendría armada. Total, sus chicas siempre estaban dispuestas a correr una aventura.

Bell no sabía la de problemas que se le venían encima.

~Al día siguiente, en el salón principal de la residencia…~

Las SECI’s estaban distribuidas en los sillones, en sillas y una que otra (Luna y Carmen) se habían sentado directamente en el suelo, sobre mullidos cojines. Les había dado quién sabe qué por ver videos y ponían grabaciones de acontecimientos memorables: la inauguración de la residencia, el de May autorizando fuegos artificiales (actualmente, a la Alcaldesa ya le da risa mirarse), uno de la Noche de Ellas en el Palacio (que seguro Mery y Carmen habían conseguido) e incluso se coló un video hecho en la Feria de San Marcos, con el celular de Joke. Así, Bell era la única ausente y cuando las jóvenes terminaron su sesión casera de cine, la Fundadora y Líder Suprema hizo su aparición, causando un grito de espanto.

Traía puesta una máscara de calavera y calado en la cabeza, un sombrero de ala ancha con flores de colores.

—¿Qué narices te pasa, Bell? —quiere saber Writer, con la respiración agitada.

—Perfecto, esto da miedo —comentó la Líder sin hacer mucho caso a la Sacerdotisa Escribana… O eso creían —Señoritas, ya que estamos escasas de fondos otra vez, y es el mes de octubre, se me ocurrió algo.

¡Ay, no, ahí va!, fue el pensamiento general de las chicas.

—No sé si sabrán de dónde saqué la imagen —Bell dio un giro completo, mostrando que en vez de su túnica morada usual, llevaba un vestido negro con encajes que hacía juego con el sombrero —pero mi ciudad ofrece en estas fechas un festival. Así que pensé que no estaría mal organizar una excursión, invitando a la gente del pueblo, y así matamos dos pájaros de un tiro.

—¿Matamos? —inquirió Luna, perspicaz.

—Bueno, los mato yo. Mi madre cumple años el día de Todos los Santos y quiero visitarla.

Ah, eso explicaba algunas cosas. Pero quedaba la intriga del atuendo. Al menos hasta que Mery y Veerie abrieron los ojos como platos.

—¡La Catrina! —exclamaron al unísono.

—¿La qué? —quiso saber May, ofuscada por perderse algo.

—La Catrina, una sátira a la muerte, obra del grabador José Guadalupe Posada, que se considera prácticamente de mi ciudad —contestó Bell con cierto orgullo —Señoritas, la excursión será para ir a disfrutar el Festival de las Calaveras.

Mery y Veerie, que sabían más o menos de qué trataba aquello, dieron brincos de gusto, pero las demás se miraron unas a otras, un poco preocupadas.

—Etto… Bell–sama, ¿no veremos calaveras de verdad, o sí?

—¡Claro que no, Joke–chan! Aunque quién sabe qué leyendas pondrán esta vez en el recorrido nocturno del panteón…

Al oír la palabra “panteón”, Writer y Pad sintieron un escalofrío, lo mismo que Joke.

Para su desgracia, Bell no lo notó y siguió hablando.

—… Cada año ponen leyendas diferentes. En fin, ya lo consultaré —regresó la atención a sus chicas —Vamos, preparen carteles, anuncios, la recaudación, consigamos un autobús —la Fundadora y Líder Suprema sonreía con tal alegría que algunas de las chicas se contagiaron y se pusieron en marcha —Ah, y por cierto, voy a llamar a alguien para que me ayude con las finanzas, al menos por este viaje. Así que pobres de ustedes como intenten algo, porque sufrirán por ello.

Al alejarse Bell emitiendo una risita, las demás sintieron el mismo escalofrío que Writer y Pad, pero un poco más intenso.

Ya sospechaban quién vendría. Y no les hacía ninguna gracia.

~Días después, a la entrada de la residencia…~

Un enorme autobús gris claro con el letrero de una famosa empresa de transporte espera a llenarse. Junto a la puerta, Bell revisaba las hojas puestas en un sujetapapeles con ojo crítico, tachando algunas cosas y subrayando otras. Al final, se acomodó los anteojos y miró a su alrededor, entre alegre y resignada.

Ya se imaginaba que pocos en el pueblo querrían ir a una excursión planeada por la OSECI. Sus chicas serían lo mejor del mundo, pero estaban un poco locas. Y eso lo decía ella, la Fundadora y Líder Suprema.

Además, estaba el otro “inconveniente”.

—¡Ya, déjanos en paz! —se quejó por todo lo alto una Alcaldesa indignada.

—Etto… May–nesan, no deberíamos…

—¡Olvídalo! ¡Yo no negocio con esa lunática!

—¿Qué dices de mí, May?

—¡Dije lunática, no Luna! Lávate las orejas.

La Messias le dedicó una mirada furibunda a May antes de subir al autobús a toda prisa, cargando a la espalda una mochila con los colores de su amado Barça.

—Vaya, vaya… Soy una especie de Indeseable por aquí, ¿eh?

Bell se encogió de hombros ante la persona de largo pelo rizado y ojos destellantes que acababa de colocarse a su lado. Era una chica linda, por algún motivo se había puesto un par de mechones de color verde y la sonrisa que ofrecía, normalmente simpática, tenía un dejo de…

—Déjalas. Lo que pasa es que les recortaste los gastos y no están nada contentas. Por otro lado, conseguimos el autobús y el hotel a buen precio, así que luego te lo agradecerán, Nea.

La chica de pelo rizado sonrió un poco más y Bell descubrió qué tenía tan tímidas a sus chicas: Nea Poulain podía ser una persona competente en cuanto al manejo de las finanzas de un montón de locas inofensivas, pero igualmente tenía su vena de locura.

Invitar a Nea a ayudarla no fue tarea sencilla. Para empezar, Bell tenía bien claro que Nea querría su parte de ganancias. No sabía si podría dársela, pero eso se discutiría sobre la marcha. Por otro lado, la jovencita quería llevar a un tal B, cosa que se arregló con facilidad. Fue al meterse en los gastos de las demás que realmente sintió que las cosas podrían ir mal.

May y Joke lloriquearon por la reducción de la dotación de chocolates.

Mery y Veerie no pudieron comprar música nueva.

Luna tuvo que tragarse el coraje de su vida por no ver cuatro (¡cuatro!) partidos donde jugó su seudo–marido.

Writer y Pad estaban limitadas al extremo con sus artículos de primera necesidad.

Carmen refunfuñó como nunca por no poder comer con sus amigos guapos cuando quería.

Y Bell… Claro, Bell había hecho sus sacrificios también, evitando toda librería que se le cruzaba enfrente para no gastar lo que ganaba como contadora de Doño Dann allí.

Pero Bell comprendía la razón de los recortes. Ella misma era contadora. Así que dejó que las SECI’s hicieran su berrinche todo lo que quisieran, pero cuando llegaran a Aguascalientes…

Sí, cuando llegaran, verían que había cosas más importantes por las cuales preocuparse.

~Esa misma noche, en Aguascalientes, Aguascalientes… Aguascalientes…~

—Debe ser una broma.

Joke se escondía tras Pad, quien se escondía tras May, quien a su vez estaba petrificada.

Luna y Writer pensaron que finalmente habían vuelto loca a su Líder.

Carmen y Mery se preguntaron si su condición de Diosas Menores no debió advertirles que algo raro planeaba Bell.

Nea se limitó a arquear una ceja mirando a una Veerie que se encogía de hombros.

Bell, por supuesto, estaba encantada.

—¡Bienvenidas sean al recorrido de Mitos y Leyendas! —anunció, dichosa, la Fundadora y Líder Suprema.

Cuando llegaron a la ciudad y vieron el hotel a donde llegaron (Hotel Francia, prácticamente en el Centro), las SECI’s al completo dejaron de despotricar contra Nea. Alabaron su modo de recaudación, su sentido de la economía, su planificación… Hasta que Nea, haciendo gala de su carácter, chasqueó algo en el aire que alejó a todos los excursionistas a tres metros de distancia. El látigo de Nea, de un negro reluciente, era legendario, y era otra razón para temerle a la joven de pelo rizado. Así que se contuvieron todos en sus felicitaciones y pasearon un poco tras repartirse las habitaciones.

—¡Quiero beber algo! —gritó una chica bastante conocida por muchos, sobre todo por el video de cierta Encargada de los Chocos pasada de copas.

—Tato, te quiero, pero si vas a beber, ¡invita! —May se le unió enseguida.

Los otros integrantes de la excursión se dispersaron por el resto de la tarde, aunque tenían instrucciones de reunirse con Bell en cierta dirección. Así lo hicieron y se llevaron la sorpresa de sus vidas.

Bell los había citado a la entrada de un cementerio.

—Está bien que me gusten las historias de muertos vivientes, ¿pero esto? —comentó una joven mujer de acento español y con un lazo a medio romper tatuado en un tobillo.

—Amor, será divertido —animó su marido, un hombre de aspecto joven y ojos de viejo.

—Mujer, no me harás entrar allí ni de broma —exclama ese curioso hombre del que Bell a veces olvidaba su nombre, aunque ha oído que lo apodan el Inquisidor, por criticarlo todo.

—No será tan malo —apuntó la que debe ser su esposa, una chica bastante bonita que por algún motivo que nadie entiende, lleva una especie de túnica negra sobre la ropa. Como si hubiera presentido a dónde iría esa noche —No seas tonto.

—Bien, damas y caballeros, formen una fila —ordena Bell a continuación, batiendo las palmas —Hemos tenido que ahorrar mucho para que las oficinas nos dejaran este recorrido a nosotros solos, porque normalmente los grupos son de cincuenta o más, pero seguro nos divertiremos. Y desde ahora se los advierto: nada de burlas, nada de separarse del grupo, nada de celulares sonando a media función o lo pagarán.

Bell se llevó una mano por encima del hombro derecho y todos tragaron saliva al darse cuenta de lo que hacía: sujetaba la empuñadura de una perfecta, bellísima y sin duda letal katana. ¿Cómo es que la dejaban circular en la calle con eso a cuestas? A juzgar por su atuendo (pantalón de mezclilla, blusa estilo oriental de manga larga color rojo oscuro, zapatos negros bajos), seguro que si un policía la vio, pensó que se disfrazó de algo, por las fiestas.

—En fin, boleto en mano —pidió Bell, en tanto Nea, meneando su larga cabellera con los dos mechones verdes peinados hacia atrás, repartía unos boletitos largos con un dibujo en blanco, negro, gris y algo de rojo —Vamos a entrar.

Ante eso, las muecas no se hicieron esperar

~Continuará…~

2 comentarios:

  1. Bell, amore (?): tengo que aparecer más en más de tus aventuras :P Que el pánico que les provoco a todos con mi látga y mi caracter es fantástico. Ya. Me admiré mucho.

    Felicidades, Bell, me encantó.

    Nea.

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  2. Ay Dios mio Bell! de verdad que me ha encantado esta entrada querida xD. Tan geniales como siempre, aunque claro viniendo de ti no esperaba otra cosa xD.
    Jajaja Si Nea debería salir más seguido en la OSECI aunque no tanto si me quita mis chocos *O*. Me alegra que mencionaras a Tato... ains esa niña anda perdida, en fin.

    Besos e iré a leer las demás entradas xD.

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